Conferencia Franciscana Internacional de los Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden Regular · CFI-TOR
PUBLICACIÓN / ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA
Regla y Vida de la Tercera Orden Regular (TOR) / Texto en español
BREVE PONTIFICIUM
25° Aniversario de la aprobación de la Regla de Vida TOR por el Papa Juan Pablo II
Juan Pablo II
El ideal de vida franciscano sigue impulsando sin cesar, en nuestro tiempo no menos que en los pasados, a muchos hombres y mujeres que anhelan la perfección evangélica y desean la implantación del Reino de Dios.
Tomando como modelo a san Francisco de Asís, lo miembros de la Tercera Orden Regular se esfuerzan por seguir a Jesucristo mismo, viviendo en fraternidad, comprometiéndose con voto público a la observancia de los consejos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad y entregándose a las diversas formas de la actividad apostólica.
Para realizar con mayor perfección ese ideal de vida, cultivan asiduamente la oración, ejercitan recíprocamente la caridad fraterna y practican la verdadera penitencia y la abnegación cristiana. Siendo así que cada uno de los aspectos y de los conceptos de este ideal de vida franciscano se encuentran abundantemente expresados en la Regla u Vida de los Hermanos y de las Hermanas de la Tercera Orden Regular de san Francisco y están totalmente conformes con la verdadera institución franciscana, tal como se hallan en ella descritos, Nos, en virtud de la plenitud de nuestra potestad apostólica, establecemos, determinamos y decretamos que esta Regla tenga validez y autoridad propia, como expresión genuina de la vida franciscana, para los Hermanos y las Hermanas, en todas partes, teniendo en cuenta cuanto decretaron sobre este asunto, en su tiempo, nuestros predecesores León X y Pio XI, mediante las Constituciones Apostólicas Inter caetera y Rerum condicio.
Sabemos muy bien con qué diligencia y cuidado se ha llevado a cabo la renovación y adaptación de esta Regla y Vida y de qué manera se ha llegado felizmente a la meta di un consenso, después de muchas discusiones e investigaciones, propuestas y redacciones. Por lo mismo, confiamos que ha llegado el momento de ver logrados los abundantes frutos de renovación que se esperan de ahora en adelante.
Así pues, mandamos que esta manifestación de nuestra voluntad tenga vigencia y posea eficacia tanto ahora como en el futuro, sin que de ningún modo obste nada que sea contrario. Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 8 de diciembre de 1982, quinto año de nuestro Pontificado.
Agustín Card. Casaroli Casaroli
Secretario de Estado
PALABRAS DE SAN FRANCISCO A SUS SEGUIDORES
Los comienzos de la Regla y la vida de los Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden Regular de San Francisco
(Volterra Document 1:1-19)
Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos, y aborrecen sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y producen frutos dignos de penitencia:
Oh cuán dichosos y benditos son aquellos y aquellas que tales cosas ponen en práctica y perseveran en ellas! Porque reposará sobre ellos el espíritu del Señor y pondrá en ellos su habitación y morada. Y son hijos del Padre celestial, cuyas obras realizan; y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo.
Somos sus esposos, cuando el alma fiel se une, en el Espíritu Santo, a nuestro Señor Jesucristo. Somos sus hermanos, cuando cumplimos la voluntad del Padre que está en los cielos. Somos sus madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo mediante el amor divino y una conciencia pura y sincera; lo damos a luz mediante las acciones santas, que deben resplandecer para ejemplo de los demás.
Oh, qué glorioso y santo y grande es tener en los cielos un Padre! Oh, qué santo y qué tierno, placentero, humilde, pacifico, dulce, amable y sobre todas las cosas deseable es tener un tal Hermano y un tal Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que dio la vida por sus ovejas y oró al Padre, diciendo: Padre santo, guarda, por tu nombre, a los que me diste en el mundo; eran tuyos, y tú me los diste. Yo les he dado a ellos las palabras que tú me diste, y ellos las han aceptado, y han creído que realmente he salido de ti y han conocido que tú me has enviado. Ruego por ellos y no por el mundo. Bendícelos y conságralos; por ellos yo me consagro a mí mismo. No te pido sólo por ellos, sino por todos los que han de creer en mí gracias a su palabra, para que sean consagrados en la unidad como nosotros. Y quiero, Padre, que estén conmigo donde yo estoy, a fin de que vean mi gloria en tu reino.
Amén.
Capítulo I · Nuestra Identidad
Capítulo II · La aceptación de esta vida
Capítulo III · El espíritu de oración
Capítulo IV · La vida en castidad por el reino de los cielos
Capítulo V · Modo de servir y trabajar
Capítulo VI · La vida en pobreza
Capítulo VII · La vida fraterna
Capítulo VIII · La obediencia caritativa
Capítulo IX · La vida apostólica
Exhortación y bendición
Y todo el que guardare estas cosas sea colmado en el cielo de la bendición de altísimo Padre y sea colmado en la tierra de la bendición de su amado Hijo, con el Espíritu Santo Paráclito y con todas las virtudes del los cielos y con todos los santos. Y yo, el hermano Francisco, el pequeñuelo, siervo vuestro, os confirmo, en cuanto está de mi parte, por dentro y por fuera, esta santísima bendición.
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